Recientemente un colega periodista en su columna en este mismo diario se preguntaba qué pasaba con Hidrofalcón, porque a pesar de ser esta una empresa que goza o gozaba de mucha credibilidad (muy bien ganada por cierto), ya se comenzaba a sentir un revés en cuanto a la calidad del servicio que presta.
Buena pregunta que no solo mi colega, sino que mucha gente se hará; y que hasta el momento la empresa no ha respondido al menos públicamente, quizás porque sea un compromiso muy grande para los que hoy gerencian la misma.
Hidrofalcón efectivamente es una empresa que logró construir unas buenas bases, gracias al esfuerzo, la identificación y el trabajo en equipo de gerentes, empleados y obreros, que con mucho sacrificio, en tanto que no nos alcanzaban las horas del día para buscar la manera de satisfacer las necesidades de los usuarios y de visionar una empresa para el futuro.
Pero que pasó?. Pues sencillo amigo lector, lo mismo que le ha pasado a todas las empresas que dependen del gobierno. Porque es que las empresas ahora no dependen del Estado sino del gobierno. Y es que todas, absolutamente todas se han dedicado a utilizar los pocos recurso que se les asignan a resolver asuntos políticos.
Hidrofalcón por ser una empresa que estaba casi blindada en su estructura ha podido resistir un poco más los embates de la desinversión que padecen todas las empresas públicas; lamentablemente la anterior administración se encargó de desmontar ese blindaje, dejando a la empresa en condiciones extremadamente difíciles.
A la luz de miradas atónitas nos cansamos de ver a una empresa de naturaleza estrictamente técnica convertida en una sede más de un partido político y comando de campaña de quién para el momento sin haber dado muestras de haber conducido exitosamente los destinos de la misma, pretendía (mal asesorado hasta las metras) conducir los destinos de este Estado.
Aunado a esto se suma el grave problema eléctrico producto también de la desinversión y que afecta directamente la operatividad del servicio de agua, ya que de este depende la funcionalidad de las plantas y estaciones de bombeo.
Por su gran complejidad el servicio hidrosanitario requiere de cuantiosas inversiones para su operatividad y mantenimiento que no es posible cubrir con recursos propios provenientes de la recaudación; pero como es bien sabido los recursos nacionales que pudieran destinarse a terminar de una vez por todas el gran acueducto de occidente, el de la sierra y resolver otros tantos problemas, son invertidos en grandes obras en Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, etc, etc, etc.
Pero no todo esta perdido, siempre quedan las esperanzas y muy probablemente la actual administración de la hidrológica, pese a la falta de recursos, a los vicios heredados y a las grandes presiones a las que deben estar sometidos, sabrán recoger los pedazos y enrumbar de nuevo a esta empresa que en algún momento se erigió como la mejor hidrológica de Venezuela y referencia internacional en calidad de servicio hidrosanitario.
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Jorge Olivares
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