viernes, 11 de febrero de 2011

MUBARAK EN ESE ESPEJO


Publicado en el Diario La Mañana el 12/02/11

Ciertamente que para la mayoría los venezolanos y de los que vivimos en este continente, se nos hace difícil entender los conflictos que tradicionalmente se viven en los países Árabes, probablemente porque sus culturas y sus religiones son totalmente diferentes a las nuestras.
Pero en esta oportunidad se han desencadenado una serie de eventos que si bien han trastocado las bases políticas de Túnez y de la República Árabe de Egipto, han puesto a temblar a más de un gobernante no solo de los países Árabes y del continente Africano, sino de todos aquellos en el resto de la bolita del mundo que teniendo “rabo de paja” pudieran estarse mirando en ese espejo.
Y no es para menos, porque en esta oportunidad la lucha no es territorial, ni por religión, ni por ninguna de esas razones por las que se viven matando en esas lejanas tierras, ahora el punto es más común y por lo común que es, podemos digerirlo y entender lo que está pasando en Egipto.
Lo primero que debemos entender es que los seres humanos poseemos por naturaleza el súmmum, que no es otra cosa que el límite, el borde, la raya, el colmo o esa capacidad de soportar hasta cierto punto todas esas cosas que desafían nuestra estabilidad y si se quiere nuestra paciencia.
Lo otro es que en esta oportunidad el común denominador es la acentuada crisis económica que están padeciendo la mayoría de los países del mundo, a lo que se suma la baja de los precios del petróleo en el caso de Egipto, porque para nosotros suben, aunque por la experiencia sabemos que eso no nos va a solucionar las grandes calamidades que estamos viviendo.
También se junta la cada vez menor producción petrolera, la ausencia de separación de poderes, sistemas autoritarios que se basan en estructuras corruptas y clientelares, y una carestía de la vida producida por el aumento de los precios de los productos básicos, lo que hace que se genere el súmmum provocando las protesta y las revueltas sociales.
A todo esto se suma el agotamiento de los liderazgos. Hombres mesiánicos que creen que el mundo se acaba sin ellos y que no hacen otra cosa que engañar a los pueblos y utilizar la ideología como instrumento para enquistarse en el poder 30, 40, 50, 60 años y de esa manera satisfacer su egocentrismo y el de sus acólitos y por ende engrosar sus ya abultadas arcas.
En Egipto, el pueblo en la calle no ha erigido ningún mensaje ideológico, solo expresiones de querer acabar con un régimen autoritario que está quitándole a su pueblo la posibilidad de comer, su libertad y las oportunidades de un mejor futuro.
Pero como en Egipto, ya muchos pueblos de este planeta, se están cansando de la represión, de la persecución, del malandraje que no respeta ni los bienes, ni la vida de las personas, de la injusticia, de la impunidad, de los que juegan con el hambre y la miseria de la gente.
Los pueblos son pacientes pero se cansan, tarde o temprano experimentan el súmmum, llegan al umbral de la paciencia y revientan como olla de presión para exigir lo que por ley de vida les pertenece y no hay ejercito, ni milicia que pueda con eso mis queridos gobernantes, en tanto yo si estuviera en sus lugares me Mubarak en ese espejo.


Lic. Jorge Olivares