sábado, 21 de septiembre de 2013
La culpa no es del cochino, sino de quién lo alimenta
Recientemente conducía hacia mi trabajo en una ciudad del mismisimo Imperio y tratando de buscar algo eufónico en la radio, me tropecé con un jingle que en otrora identificara una campaña de alfabetización denominada ACUDE, que se desarrolló en Venezuela a principio de los años 80 durante el mandato del extinto presidente Luis Herrera Campins.
Por supuesto me llamó la atención escuchar un tema que en su época se instaló en en el inconsciente de todos, ya que desde el punto de vista comunicacional tuvo un verdadero impacto en la sociedad Venezolana.
Mas allá del éxito o no de esta campaña, por décadas, ciento de miles de personas en el país, la utilizamos a manera de chanza para ofrecer inscribir en ACUDE a todo aquel que en nuestro entorno se atreviera a decir o cometer una burrada.
Mayor sorpresa para mí al escuchar el final de la pegajosa canción, que se trataba de un programa mañanero en donde el grupo de personas que lo conducían, se mofaban nada más y nada menos que del cantinflerico (con el perdón del maestro Mario Moreno) Nicolás Maduro, ilustrísimo y excelentisimo presidente ilegítimo de la República Bolivariana de Venezuela.
En ese momento se apoderaron de mi tres sentimientos: tristeza, rabia e impotencia. Tristeza de pensar que Venezuela pasó de ser una referencia mundial por sus riquezas naturales, la belleza de sus mujeres, sus paisajes, su música, sus talentos; a ser, el hazme reír de todo el mundo, por la vulgaridad, las barrabasadas y las payasadas de quienes la han dirigido en los últimos 15 años .
La rabia porque en el génesis de esta historia, un señor al que todo el mundo subestimó creyendo que era un imbecil; arruino la patria, entrego su soberanía, nos dividió y se pasó por el forro del flux a presidentes, reyes, jerarcas de la Iglesia, políticos, medios de comunicación, empresarios, sindicatos y a todo un pueblo que se pasaba por la medida chiquita, una semana debatiendo sobre lo que deliberadamente este personaje siniestro, junto con los no menos maquiavélicos hermanos Castro, diseñaban en su agenda, para entretenernos mientras el país se caía a pedazos.
Para ello utilizaban estratégicamente un libreto de insultos, vejaciones, expropiaciones, violaciones a la constitución, payasadas, cantos, bailes y todo cuanto se le ocurriera para rellenar entre 5 y 7 horas de transmisión de su acostumbrado programa dominical, mas allá de las ciento de cadenas adicionales que teniamos que soportar para verlo inaugurar areperas , empresas y obras que nunca se concluyeron y que en el major de los casos, no fueron funcionales ni productivas. Que imbéciles fuimos.
Pero el asunto no termina allí, resulta que su ilegitimo heredero, siguiendo el mismo guión de su antecesor y por supuesto con la firma y el sello de nuestros colonizadores cubanos, y aprovechándose de lo imbéciles que seguimos siendo, nos vuelve a marcar la agenda del debate, ahora con el cuento del pajarito, los penes, las millonas, la caida de la bicicleta y con el resto de las mamarrachadas que nos horrorizan pero nos divierten y entretienen.
Mientras paralelamente se agudiza la escasez, continúa devaluándose el bolívar, sigue creciendo la inflación, siguen destruyendo lo poco que queda del aparato productivo, siguen endeudando al país, siguen regalando nuestros recursos a otras naciones, nadie sabe donde fueron a parar las reservas en oro, PDVSA y el resto de las industrias básicas en quiebra, los Venezolanos comiéndose un cable, pero repitiendo como loritos la gran estupidez de que tenemos patria, y allí queda todo.
Finalmente la impotencia de saber que por el camino que vamos, a esto le falta mucho para llegar al colorín colorado. Y es que ya vamos para un año con un presidente ilegitimo y con el cuento de que hay que cumplir con las legalidades y nosotros diciéndonos que no pasa de tres meses, que no llega a diciembre, que si a está punto de aparecer la partida de nacimiento que lo hace Colombiano, que si se cae por su propio peso, vamos a tener que calarnolos 14 años más, a menos que alguien tenga la brillante idea de inocularle alguna vaina antes.
Habrán quienes se sientan ofendidos por lo de imbéciles, pero soy de los que piensa que la culpa no es del cochino, sino de quien lo alimenta y hay que ser bien imbecil para seguir alimentando este cochino.
Todavía no conozco ningún ilegitimo que haya salido por una decisión de una corte o algo que se le parezca, sino pregúntenle a los cubanos que viven presos en su propia isla por más de 50 años. A los dictadores e ilegítimos solo los saca un pueblo arrecho y con piedras en la mano. Como dice el refrán “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Jorge Olivares
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